11.6.08
16.9.07
INTI SE DESPIDE HASTA MAÑANA
P.N. Sierra de las Quijadas, 18 de junio de 2006
Voy a por Las Quijadas.
Hacía mucho tiempo que tenía ganas de conocer este parque nacional y ahora me doy el gusto. Pasé la noche en San Luis capital y en la mañana partí hacia el parque con dos amiguitas que conocí en el albergue.
Un enorme y colorado valle salpicado por pintas verdes.
Custodiándolo un coliseo de formas anárquicas y perfectamente alineadas a la vez.
Un puñado de cóndores vigilan desde lo alto de esta fortaleza roja.
Estas geografías supieron esconder al bandido rural Vairoleto y hoy su espíritu flota entre nosotros.
Juan Bautista lo llamaron , de apellido Vairoleto,
bailarín sagaz, desafiante y mujeriego.
Winchester en el recado,
dos armas cortas también,
un cuchillo atrás y un caballo alazán
Raya al medio, con pañuelo, tatuaje en la piel
León Gieco
Nacido en Santa Fe en 1894, Juan Bautista Vairoleto fue un caso paradigmático de bandidaje social. Quinto hijo de un matrimonio de italianos, fue protagonista de innumerables andanzas delictivas que se transformaron en jugosas historias y anécdotas que los paisanos disfrutaron y disfrutan relatar.
Su frondoso prontuario acumuló robos, hurtos, reparto de propaganda anarquista, asaltos y muertes. Pero ello no hizo mella en la admiración popular. Admiración que lejos de decaer se fue incrementando con cada nuevo crimen y nuevo escape, como si con esa admiración el puestero pobre, el trabajador de manos callosas, la mujer laboriosa, se tomaran una pequeña revancha de la policía, a la que él ridiculizaba con su libertad.
La versión oficial (policial) da cuenta que fue muerto por efectivos policiales el 14 de septiembre de 1941 en Carmensa. La verdad fue otra. Hay algunos gritos al amanecer. La policía en principio confunde a Vairoleto con uno de los peones. Vairoleto se levanta de un salto, busca sus armas, y comienza el tiroteo. Hiere a uno de los oficiales. El tiroteo es intenso. Teme por la vida de su esposa e hijas. Al verse rodeado, sin salida, emprende su mas larga huida. Su mas brillante escape. Un plan que seguramente más de una vez había pensado. En un momento del tiroteo, él da vuelta su arma, se apunta ... y... dispara.
Una vez mas Juan Bautista Vairoleto, alias "el Pampeano", había huido. No pudieron con él sus enemigos, sedientos de sangre y venganza. Una vez más burló el cerco y cabalgó hacia pampas infinitas, hacia espacios inconmensurables. Una vez mas eligió la insolencia y la dignidad. Murió el hombre. Nació el Mito.
Los que me lloran por muerto
Dejen ya de llorar
Vivo en el alma del pueblo
Nadie me puede matar
Juan Bautista Vairoleto
La tarde se extingue y luego de remontar uno de los nueve ríos secos que duermen en el Potrero de la Aguada nos posamos con mis compañeras de aventuras (Andrea, la morocha; y la “peque” Marina, la rubia) en uno de los sitios mas altos del sendero de los miradores.
A vuestros pies el potrero… y mas allá el infinito.
El mate, las galletitas arman el cóctel perfecto para semejante espectáculo.
Fumamos plácidos tirados sobre las tierra naranja.
El sol muy lentamente va creando infinidad de variantes en el horizonte, modificando los juegos de luces de un segundo a otro.
Luego de un cansador día de trabajo de este lado del planeta, Inti se despide hasta mañana.
Una cortina maciza de nubes ocupa todo el cielo, salvo por un pequeño espacio entre este bloque y la cima de las sierras en dirección a Mendoza. Es por este lugar por donde se cuela la luz del sol y hace malabares con sus rayos.
Flashes de luz en el potrero.
Naranjas.
Rojos.
Amarillos.
Luces.
Sombras.
Nosotros ofrendamos con risas, bailes y cantos como agradecimiento.
Y cuando el sol se va… el frío se divierte.
Emprendemos la retirada hacia la carpa con varias sonrisas en la mochila.
Voy a por Las Quijadas.
Hacía mucho tiempo que tenía ganas de conocer este parque nacional y ahora me doy el gusto. Pasé la noche en San Luis capital y en la mañana partí hacia el parque con dos amiguitas que conocí en el albergue.
Un enorme y colorado valle salpicado por pintas verdes.
Custodiándolo un coliseo de formas anárquicas y perfectamente alineadas a la vez.
Un puñado de cóndores vigilan desde lo alto de esta fortaleza roja.
Estas geografías supieron esconder al bandido rural Vairoleto y hoy su espíritu flota entre nosotros.
Juan Bautista lo llamaron , de apellido Vairoleto,
bailarín sagaz, desafiante y mujeriego.
Winchester en el recado,
dos armas cortas también,
un cuchillo atrás y un caballo alazán
Raya al medio, con pañuelo, tatuaje en la piel
León Gieco
Nacido en Santa Fe en 1894, Juan Bautista Vairoleto fue un caso paradigmático de bandidaje social. Quinto hijo de un matrimonio de italianos, fue protagonista de innumerables andanzas delictivas que se transformaron en jugosas historias y anécdotas que los paisanos disfrutaron y disfrutan relatar.
Su frondoso prontuario acumuló robos, hurtos, reparto de propaganda anarquista, asaltos y muertes. Pero ello no hizo mella en la admiración popular. Admiración que lejos de decaer se fue incrementando con cada nuevo crimen y nuevo escape, como si con esa admiración el puestero pobre, el trabajador de manos callosas, la mujer laboriosa, se tomaran una pequeña revancha de la policía, a la que él ridiculizaba con su libertad.
La versión oficial (policial) da cuenta que fue muerto por efectivos policiales el 14 de septiembre de 1941 en Carmensa. La verdad fue otra. Hay algunos gritos al amanecer. La policía en principio confunde a Vairoleto con uno de los peones. Vairoleto se levanta de un salto, busca sus armas, y comienza el tiroteo. Hiere a uno de los oficiales. El tiroteo es intenso. Teme por la vida de su esposa e hijas. Al verse rodeado, sin salida, emprende su mas larga huida. Su mas brillante escape. Un plan que seguramente más de una vez había pensado. En un momento del tiroteo, él da vuelta su arma, se apunta ... y... dispara.
Una vez mas Juan Bautista Vairoleto, alias "el Pampeano", había huido. No pudieron con él sus enemigos, sedientos de sangre y venganza. Una vez más burló el cerco y cabalgó hacia pampas infinitas, hacia espacios inconmensurables. Una vez mas eligió la insolencia y la dignidad. Murió el hombre. Nació el Mito.
Los que me lloran por muerto
Dejen ya de llorar
Vivo en el alma del pueblo
Nadie me puede matar
Juan Bautista Vairoleto
La tarde se extingue y luego de remontar uno de los nueve ríos secos que duermen en el Potrero de la Aguada nos posamos con mis compañeras de aventuras (Andrea, la morocha; y la “peque” Marina, la rubia) en uno de los sitios mas altos del sendero de los miradores.
A vuestros pies el potrero… y mas allá el infinito.
El mate, las galletitas arman el cóctel perfecto para semejante espectáculo.
Fumamos plácidos tirados sobre las tierra naranja.
El sol muy lentamente va creando infinidad de variantes en el horizonte, modificando los juegos de luces de un segundo a otro.
Luego de un cansador día de trabajo de este lado del planeta, Inti se despide hasta mañana.
Una cortina maciza de nubes ocupa todo el cielo, salvo por un pequeño espacio entre este bloque y la cima de las sierras en dirección a Mendoza. Es por este lugar por donde se cuela la luz del sol y hace malabares con sus rayos.
Flashes de luz en el potrero.
Naranjas.
Rojos.
Amarillos.
Luces.
Sombras.
Nosotros ofrendamos con risas, bailes y cantos como agradecimiento.
Y cuando el sol se va… el frío se divierte.
Emprendemos la retirada hacia la carpa con varias sonrisas en la mochila.
EL PATRIOTA
Villa Mercedes, 18 de mayo de 2006
Durante la segunda mitad del siglo XIX, Villa Mercedes era frecuentemente asolada por los salvajes y merodeaban los malones, con su natural cortejo de matanzas e incendios, robos y cautiverios.
Los indios no siempre estaban solos. Contaban muchas veces con la alianza y dirección de "cristianos", montoneros y gauchos alzados que se guarecían en "tierra adentro", sea para refugiarse de persecuciones políticas o por natural propensión a la aventura y al vandalismo.
El 21 de enero de 1864, encabezados por el montonero Juan Gregorio Pueblas, apodado "el Potrillo", y el cacique ranquel Mariano Rosas, numerosos montoneros y 1.200 indios atacaron Villa Mercedes, que fue defendida por las escasas fuerzas del Regimiento 4 de Caballería, comandado por el Coronel Iseas.
El casco principal del pueblo había sido atrincherado con una fuerte empalizada, defendida por los vecinos, muchos de ellos, extranjeros, que tenían la consigna de concentrarse en ese reducto al primer ataque de alarma. Entre esos vecinos figuraba don Santiago Betbeder, nacido en Villenave (Francia) en 1823, que después de haber actuado en la Guerra de Crimea, se había radicado en el país, fundando una honorable y conocida familia.
Betbeder, vecino de la ciudad, y armado con su escopeta, una de las pocas armas de fuego que tenían los defensores, corrió a la trinchera. Los asaltantes se habían distribuidos en tres columnas. Una de ellas, encabezada por el famoso montonero Pueblas que blandía una larga lanza se dirigía por el centro de la población llegando hasta el punto donde Betbeder y sus compañeros estaban aprestados a una heroica resistencia.
El famoso montonero advirtió la presencia de Betbeder y lo amenazó:
- No vas a tirar, gringo!; no vas a tirar gringo!".
Pero el gringo tiró nomás, no sin haber hecho cuidadosa puntería en la cabeza del gaucho, que quedó mortalmente destrozada por el primer disparo. Fue un tiro de provecho. Pueblas, abrazado al cuello de su caballo apenas alcanzó a alejarse pocos metros, para rodar exánime.
Caído Pueblas, Betbeder y sus compañeros hicieron otros disparos hasta que la horda, privada de su jefe, remolineó sin dirección y en confuso tropel, huyendo poco después al desierto.
El escarmiento fue ejemplar. Ni los indios ni los gauchos atacaron después la población de Mercedes, flamante exponente del progreso y atalaya de civilización en una de las regiones más asoladas por las depredaciones del indio.
Dos calles contiguas de Mercedes llevan hoy el nombre de Iseas / Betbeder, perpetuando la memoria de esos esforzados defensores del orden.
Villa Mercedes, 19 de mayo de 2006
Estoy de guardia con Silvana y nos llaman porque hay un chico tirado en la vía publica convulsionando.
Vamos con la ambulancia.
El pibe es conocido por la médica y el ambulanciero.
Este es un choborra que tiene como 7 hermanos y como no quiere caminar hasta la casa el vago, se hace que tiene convulsiones para que pidan la ambulancia y lo llevemos, me dice el chofer.
El pibe tiene labio leporino, jogging roto y desvencijado y el aliento etílico se apodera de la escena.
Lo subimos.
El ambulanciero putea.
Llegamos a la casa y lo bajamos.
La familia de este muchacho vive en un rancho muy precario cerca de un club de rugby.
Con el sonido de la sirena emergen todos sus hermanos del rancho.
La imagen es muy impresionante.
Todos los hermanos tienen labio leporino.
Hay de ambos sexos y de todas las edades.
Todos leporinos.
Me cuesta entender lo que dicen.
El rancho es de adobe y tienen un tacho grande con una mulita viva adentro.
De regreso al hospital no puedo evitar pensarlo... “Hoteles & Resortes Los Leporinos”.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, Villa Mercedes era frecuentemente asolada por los salvajes y merodeaban los malones, con su natural cortejo de matanzas e incendios, robos y cautiverios.
Los indios no siempre estaban solos. Contaban muchas veces con la alianza y dirección de "cristianos", montoneros y gauchos alzados que se guarecían en "tierra adentro", sea para refugiarse de persecuciones políticas o por natural propensión a la aventura y al vandalismo.
El 21 de enero de 1864, encabezados por el montonero Juan Gregorio Pueblas, apodado "el Potrillo", y el cacique ranquel Mariano Rosas, numerosos montoneros y 1.200 indios atacaron Villa Mercedes, que fue defendida por las escasas fuerzas del Regimiento 4 de Caballería, comandado por el Coronel Iseas.
El casco principal del pueblo había sido atrincherado con una fuerte empalizada, defendida por los vecinos, muchos de ellos, extranjeros, que tenían la consigna de concentrarse en ese reducto al primer ataque de alarma. Entre esos vecinos figuraba don Santiago Betbeder, nacido en Villenave (Francia) en 1823, que después de haber actuado en la Guerra de Crimea, se había radicado en el país, fundando una honorable y conocida familia.
Betbeder, vecino de la ciudad, y armado con su escopeta, una de las pocas armas de fuego que tenían los defensores, corrió a la trinchera. Los asaltantes se habían distribuidos en tres columnas. Una de ellas, encabezada por el famoso montonero Pueblas que blandía una larga lanza se dirigía por el centro de la población llegando hasta el punto donde Betbeder y sus compañeros estaban aprestados a una heroica resistencia.
El famoso montonero advirtió la presencia de Betbeder y lo amenazó:
- No vas a tirar, gringo!; no vas a tirar gringo!".
Pero el gringo tiró nomás, no sin haber hecho cuidadosa puntería en la cabeza del gaucho, que quedó mortalmente destrozada por el primer disparo. Fue un tiro de provecho. Pueblas, abrazado al cuello de su caballo apenas alcanzó a alejarse pocos metros, para rodar exánime.
Caído Pueblas, Betbeder y sus compañeros hicieron otros disparos hasta que la horda, privada de su jefe, remolineó sin dirección y en confuso tropel, huyendo poco después al desierto.
El escarmiento fue ejemplar. Ni los indios ni los gauchos atacaron después la población de Mercedes, flamante exponente del progreso y atalaya de civilización en una de las regiones más asoladas por las depredaciones del indio.
Dos calles contiguas de Mercedes llevan hoy el nombre de Iseas / Betbeder, perpetuando la memoria de esos esforzados defensores del orden.
Villa Mercedes, 19 de mayo de 2006
Estoy de guardia con Silvana y nos llaman porque hay un chico tirado en la vía publica convulsionando.
Vamos con la ambulancia.
El pibe es conocido por la médica y el ambulanciero.
Este es un choborra que tiene como 7 hermanos y como no quiere caminar hasta la casa el vago, se hace que tiene convulsiones para que pidan la ambulancia y lo llevemos, me dice el chofer.
El pibe tiene labio leporino, jogging roto y desvencijado y el aliento etílico se apodera de la escena.
Lo subimos.
El ambulanciero putea.
Llegamos a la casa y lo bajamos.
La familia de este muchacho vive en un rancho muy precario cerca de un club de rugby.
Con el sonido de la sirena emergen todos sus hermanos del rancho.
La imagen es muy impresionante.
Todos los hermanos tienen labio leporino.
Hay de ambos sexos y de todas las edades.
Todos leporinos.
Me cuesta entender lo que dicen.
El rancho es de adobe y tienen un tacho grande con una mulita viva adentro.
De regreso al hospital no puedo evitar pensarlo... “Hoteles & Resortes Los Leporinos”.
CÓMO AMARSE EN EL BAÑO DE UN AVIÓN
CÓMO AMARSE EN EL BAÑO DE UN AVIÓN
(Instrucciones para la realización del acto venéreo
en pleno vuelo)
1) La amante ingresará al baño con total naturalidad
2) El amante la seguirá furtivamente tomando los recaudos necesarios para no ser detectado por ninguna aeromoza y/o comandante de abordo
3) Trabar la puerta
4) La amante (quien deberá llevar pollera) se despojará de su ropa interior, dejando esta ultima estacionada en uno de sus tobillos para evitar su perdida
5) La amante se sentará sobre el lavatorio con las piernas abiertas en hora 08:20 y con la pollera totalmente recogida hasta la cintura
6) Simultáneamente a los puntos 4) y 5), el amante habrá bajado sus pantalones y ropa intima hasta los tobillos
7) En puntas de pie, el amante (al cual deberá estar apto eréctilmente para el acto), abordará carnalmente a la amante, la cual abrazará a su compañero con brazos y piernas
8) Realizar una copula rápida y silenciosa sin dejar de dar rienda suelta a sus más primitivos instintos
9) Una vez finalizado el acto, ambos amantes deberán desandar coordinadamente los pasos hasta el momento realizados
10) Los amantes regresarán a sus respectivos asientos, ajustarán sus cinturones de seguridad y respetarán la indicación luminosa de no fumar
(Instrucciones para la realización del acto venéreo
en pleno vuelo)
1) La amante ingresará al baño con total naturalidad
2) El amante la seguirá furtivamente tomando los recaudos necesarios para no ser detectado por ninguna aeromoza y/o comandante de abordo
3) Trabar la puerta
4) La amante (quien deberá llevar pollera) se despojará de su ropa interior, dejando esta ultima estacionada en uno de sus tobillos para evitar su perdida
5) La amante se sentará sobre el lavatorio con las piernas abiertas en hora 08:20 y con la pollera totalmente recogida hasta la cintura
6) Simultáneamente a los puntos 4) y 5), el amante habrá bajado sus pantalones y ropa intima hasta los tobillos
7) En puntas de pie, el amante (al cual deberá estar apto eréctilmente para el acto), abordará carnalmente a la amante, la cual abrazará a su compañero con brazos y piernas
8) Realizar una copula rápida y silenciosa sin dejar de dar rienda suelta a sus más primitivos instintos
9) Una vez finalizado el acto, ambos amantes deberán desandar coordinadamente los pasos hasta el momento realizados
10) Los amantes regresarán a sus respectivos asientos, ajustarán sus cinturones de seguridad y respetarán la indicación luminosa de no fumar
15.9.07
COMPOSICIÓN. TEMA: VILLA MERCEDES
Villa Mercedes, 9 de mayo de 2006
Luego de algunos días y cientos de cuadras caminadas en esta ciudad puntana, estoy en condiciones de dar mis primeras impresiones del lugar.
Antes que nada algunos datitos técnicos. Villa Mercedes está ubicada al sureste de la provincia de San Luis. Tiene casi 100.000 habitantes y es la segunda ciudad en importancia de la provincia. Me cuentan que hace 15 años eran 20.000 habitantes, pero por la gran cantidad de industrias que se mudaron aquí por incentivos y cuestiones que desconozco en la última década infame del siglo XX hizo que su población creciese de modo exponencial, y a mi modo de ver desordenado. Se nota cuando una ciudad crece de un modo desordenado y poco planificado en poco tiempo. Se nota en su arquitectura, en sus edificaciones totalmente heterogéneas, en sus miles de barrios de viviendas todas iguales. Se nota en la sensación de estar en un “pueblo grande”. Esa “fiebre del oro” que provocó la gran migración, ahora solo deja centenares de tipos en las calles -literalmente- y con una pechera verde como estandarte. Estos tipos son los de los planes sociales de Rodríguez Saa que los paran en las esquinas de la ciudad con alguna función que aún no logro descifrar. Supongo que alguna cuestión como de información en general. También los hacen laburar limpiando algún terreno, poniendo multas y tareas varias.
En fin…la historia que nos toca vivir en la argentina de hoy.
Planes sociales que no son más que mano de obra barata. Lo terrible es que estos tipos en las estadísticas aparecen como que tienen laburo. La típica hijaputez para que las estadísticas digan lo que a los soretes de turno les conviene.
En términos generales es una muy linda ciudad que me cayó bien desde el primer día. Me hace acordar a muchos lugares muy diferentes entre sí. Opiniones muy personales por cierto, pero esto es algo que me sucede muy a menudo. Relacionar pequeñas cosas de un lugar con pequeñas cosas de otro lugar. La constante evocación de mi yo viajero. Seguramente a otra persona este tipo de evocaciones le resulte ridículo… pero no puedo evitarlas.
La primera sensación el día que llegué fue la de los típicos pueblos del interior del país, pero sobretodo los pueblos de la provincia de Buenos Aires. Por su arquitectura típica de pueblo. No soy muy ducho en estos temas así que no podré explayarme con sapiencia. Digamos… esas casas que tienen esos frentes de piedritas, con diferentes colores, también la típica casa vieja cuadrada con puerta, ventana, patio al frente en el que suele haber algún árbol de cítricos con paredón o reja y unos cables que salen de la casa en dirección al poste de luz.
Señoras tomando el fresco y el mate de la tarde. Autos montados en las veredas. Negocios de antaño con mucho anuncio de gaseosa de marca de segunda línea. Disposición de plaza de pueblo. Prócer con caballo o fuente al medio. Banquitos muy escritos con marcadores y liquid paper (cuando yo era chico la gente escribía cosas como Juan y Andrea, River Campeón, Roberto puto, puto el que lee. Ahora no veo mas que direcciones de mail… los tiempos cambian). A los lados de la plaza: correo, bar, iglesia, heladería, policía, Red Megatone o Frávega (lamentablemente, realidades de hoy), etc.
Del mismo modo que en este tipo de pueblos, no paro de ver personajes de las novelas de Osvaldo Soriano. Es que sin duda Colonia Vela es uno mas de estos pueblos.
El Bar del Hotel Lavalle, al que concurro frecuentemente esta ubicado en la calle homónima y es un lugar típico de encuentro. De timberos. De amigos que saben mucho de fútbol, política, turf, ciencias exactas e inexactas y cuanto tema se ponga sobre la mesa. Me encanta hacer que leo y parar la oreja. De señoras. De señoras con sus hijos. La mezcla es la típica de los lugares donde no sobran las confiterías que siempre sirven el mismo café.
Este tipo de hoteles céntricos de pueblo con bar que da a la calle principal me genera muchos recuerdos de los viajes por el interior con mis viejos y mi hermano, de las cenas en el A.C.A. de Cipolletti, de los tostados del Cafetín cerca de la plaza de Cipolletti. El placer de la Cindor fría, el submarino y las medialunas.
Otra cuestión que evoco en Mercedes asociada a los pueblos del interior es la postal ricotera cuando Patricio rey y los suyos salían a tocar por las provincias. Imágenes y sensaciones grabadas a fuego de las giras de los redondos por el país.
Una señora sentada en la puerta de su casa disfrutando del vientito de la tarde. Una señora que no tiene ni puta idea quienes son los redondos. Las huestes ricoteras pasan entonando sus himnos. Porque hoy/ toca Patricio Rey/ vos ya lo conoces/ no lo podes creer/ vamos copando los pueblos de Argentina/ yo soy redondo para toda la vida. La doña atónita se mete en su casa y espía entre las rendijas de la persiana.
Otra ciudad que evoco en Mercedes es Montevideo. Sobretodo en la zona céntrica. Supongo yo, por esa cosa de viajar treinta años hacia atrás cada vez que piso la capital uruguaya. Hay cuadras en la que los negocios y sus dueños parecen haber quedado detenidos para siempre. Mostradores de los de antes. De madera. Muy lustrados. Impecables. Antiquísimas cajas registradoras. Dueños que pareciera que les da lo mismo si les compran o no. Hay algunos en especial: la Tintorería Japonesa, la bicicletería, la fotocopiadora-santería-kiosco a media cuadra de la plaza.
Algo que suele cautivarme en cada lugar que lo veo son los edificios clásicos de la época peronista.
Mi hospital, el Policlínico Regional Juan Domingo Perón, es un claro ejemplo. Este, me dicen, se hizo en la segunda presidencia de Perón.
Lindero al hospital, la escuela hogar Eva Duarte de Perón. Enorme. Varias entradas. Mucho farol de poste blanco y hexagonal de cemento y bola de vidrio en lo alto. Canchas de básquet y fútbol. Lo veo y lo asocio enseguida con la ciudad de los niños o los complejos turísticos de los sindicatos en Chapadmalal. Imagino el hogar escuela lleno de niños engominados y alborotados por la visita de Evita. … Blanco y negro. Locutor de Sucesos Argentinos: Aquí vemos, a la señora Eva Duarte de Perón inaugurando el hogar escuela de la puntana ciudad de Villa Mercedes…entregando la vida por sus descamisados... ¡Salud puntanos!…
Luego de algunos días y cientos de cuadras caminadas en esta ciudad puntana, estoy en condiciones de dar mis primeras impresiones del lugar.
Antes que nada algunos datitos técnicos. Villa Mercedes está ubicada al sureste de la provincia de San Luis. Tiene casi 100.000 habitantes y es la segunda ciudad en importancia de la provincia. Me cuentan que hace 15 años eran 20.000 habitantes, pero por la gran cantidad de industrias que se mudaron aquí por incentivos y cuestiones que desconozco en la última década infame del siglo XX hizo que su población creciese de modo exponencial, y a mi modo de ver desordenado. Se nota cuando una ciudad crece de un modo desordenado y poco planificado en poco tiempo. Se nota en su arquitectura, en sus edificaciones totalmente heterogéneas, en sus miles de barrios de viviendas todas iguales. Se nota en la sensación de estar en un “pueblo grande”. Esa “fiebre del oro” que provocó la gran migración, ahora solo deja centenares de tipos en las calles -literalmente- y con una pechera verde como estandarte. Estos tipos son los de los planes sociales de Rodríguez Saa que los paran en las esquinas de la ciudad con alguna función que aún no logro descifrar. Supongo que alguna cuestión como de información en general. También los hacen laburar limpiando algún terreno, poniendo multas y tareas varias.
En fin…la historia que nos toca vivir en la argentina de hoy.
Planes sociales que no son más que mano de obra barata. Lo terrible es que estos tipos en las estadísticas aparecen como que tienen laburo. La típica hijaputez para que las estadísticas digan lo que a los soretes de turno les conviene.
En términos generales es una muy linda ciudad que me cayó bien desde el primer día. Me hace acordar a muchos lugares muy diferentes entre sí. Opiniones muy personales por cierto, pero esto es algo que me sucede muy a menudo. Relacionar pequeñas cosas de un lugar con pequeñas cosas de otro lugar. La constante evocación de mi yo viajero. Seguramente a otra persona este tipo de evocaciones le resulte ridículo… pero no puedo evitarlas.
La primera sensación el día que llegué fue la de los típicos pueblos del interior del país, pero sobretodo los pueblos de la provincia de Buenos Aires. Por su arquitectura típica de pueblo. No soy muy ducho en estos temas así que no podré explayarme con sapiencia. Digamos… esas casas que tienen esos frentes de piedritas, con diferentes colores, también la típica casa vieja cuadrada con puerta, ventana, patio al frente en el que suele haber algún árbol de cítricos con paredón o reja y unos cables que salen de la casa en dirección al poste de luz.
Señoras tomando el fresco y el mate de la tarde. Autos montados en las veredas. Negocios de antaño con mucho anuncio de gaseosa de marca de segunda línea. Disposición de plaza de pueblo. Prócer con caballo o fuente al medio. Banquitos muy escritos con marcadores y liquid paper (cuando yo era chico la gente escribía cosas como Juan y Andrea, River Campeón, Roberto puto, puto el que lee. Ahora no veo mas que direcciones de mail… los tiempos cambian). A los lados de la plaza: correo, bar, iglesia, heladería, policía, Red Megatone o Frávega (lamentablemente, realidades de hoy), etc.
Del mismo modo que en este tipo de pueblos, no paro de ver personajes de las novelas de Osvaldo Soriano. Es que sin duda Colonia Vela es uno mas de estos pueblos.
El Bar del Hotel Lavalle, al que concurro frecuentemente esta ubicado en la calle homónima y es un lugar típico de encuentro. De timberos. De amigos que saben mucho de fútbol, política, turf, ciencias exactas e inexactas y cuanto tema se ponga sobre la mesa. Me encanta hacer que leo y parar la oreja. De señoras. De señoras con sus hijos. La mezcla es la típica de los lugares donde no sobran las confiterías que siempre sirven el mismo café.
Este tipo de hoteles céntricos de pueblo con bar que da a la calle principal me genera muchos recuerdos de los viajes por el interior con mis viejos y mi hermano, de las cenas en el A.C.A. de Cipolletti, de los tostados del Cafetín cerca de la plaza de Cipolletti. El placer de la Cindor fría, el submarino y las medialunas.
Otra cuestión que evoco en Mercedes asociada a los pueblos del interior es la postal ricotera cuando Patricio rey y los suyos salían a tocar por las provincias. Imágenes y sensaciones grabadas a fuego de las giras de los redondos por el país.
Una señora sentada en la puerta de su casa disfrutando del vientito de la tarde. Una señora que no tiene ni puta idea quienes son los redondos. Las huestes ricoteras pasan entonando sus himnos. Porque hoy/ toca Patricio Rey/ vos ya lo conoces/ no lo podes creer/ vamos copando los pueblos de Argentina/ yo soy redondo para toda la vida. La doña atónita se mete en su casa y espía entre las rendijas de la persiana.
Otra ciudad que evoco en Mercedes es Montevideo. Sobretodo en la zona céntrica. Supongo yo, por esa cosa de viajar treinta años hacia atrás cada vez que piso la capital uruguaya. Hay cuadras en la que los negocios y sus dueños parecen haber quedado detenidos para siempre. Mostradores de los de antes. De madera. Muy lustrados. Impecables. Antiquísimas cajas registradoras. Dueños que pareciera que les da lo mismo si les compran o no. Hay algunos en especial: la Tintorería Japonesa, la bicicletería, la fotocopiadora-santería-kiosco a media cuadra de la plaza.
Algo que suele cautivarme en cada lugar que lo veo son los edificios clásicos de la época peronista.
Mi hospital, el Policlínico Regional Juan Domingo Perón, es un claro ejemplo. Este, me dicen, se hizo en la segunda presidencia de Perón.
Lindero al hospital, la escuela hogar Eva Duarte de Perón. Enorme. Varias entradas. Mucho farol de poste blanco y hexagonal de cemento y bola de vidrio en lo alto. Canchas de básquet y fútbol. Lo veo y lo asocio enseguida con la ciudad de los niños o los complejos turísticos de los sindicatos en Chapadmalal. Imagino el hogar escuela lleno de niños engominados y alborotados por la visita de Evita. … Blanco y negro. Locutor de Sucesos Argentinos: Aquí vemos, a la señora Eva Duarte de Perón inaugurando el hogar escuela de la puntana ciudad de Villa Mercedes…entregando la vida por sus descamisados... ¡Salud puntanos!…
14.9.07
DE VISITA POR EL BARRO
Villa Mercedes, 4 de Mayo de 2006
De pronto resbalé con la realidad
Me caí desde quinientos días de altura
Para ir a dar de jeta contra el barro
Zozobré en mis angustias y miserias camufladas
Transmuté la teoría en bronca y la prosa en llanto
Me puse el traje de ser humano
Para dejar al científico en el ropero
El narrador bajó al libro y se acarició con sus letras
Para ser nuevamente personaje sensitivo
Vi que el barro era real
Mucho más que mis teoremas
Y me embarré el cuerpo de realidad
Barro doliente, mas no careta
Porque el barro mancha pero construye
Y para construir con barro
Hay que estrujarlo entre las manos
Hay que sentirlo en las yemas
Hay que alojarlo bajo las uñas
La realidad se edifica de barro
No de pulcras teorías esbozadas
Desde un pedestal emocionalmente neutro
La otra tarde fui de visita por el barro
Golpe doloroso y duro pero empapado de realismo
De aquí en adelante apuesto a eso
Un simple hombre de barro
Ya no mas proyecto humanoide asensorial
De pronto resbalé con la realidad
Me caí desde quinientos días de altura
Para ir a dar de jeta contra el barro
Zozobré en mis angustias y miserias camufladas
Transmuté la teoría en bronca y la prosa en llanto
Me puse el traje de ser humano
Para dejar al científico en el ropero
El narrador bajó al libro y se acarició con sus letras
Para ser nuevamente personaje sensitivo
Vi que el barro era real
Mucho más que mis teoremas
Y me embarré el cuerpo de realidad
Barro doliente, mas no careta
Porque el barro mancha pero construye
Y para construir con barro
Hay que estrujarlo entre las manos
Hay que sentirlo en las yemas
Hay que alojarlo bajo las uñas
La realidad se edifica de barro
No de pulcras teorías esbozadas
Desde un pedestal emocionalmente neutro
La otra tarde fui de visita por el barro
Golpe doloroso y duro pero empapado de realismo
De aquí en adelante apuesto a eso
Un simple hombre de barro
Ya no mas proyecto humanoide asensorial
ELOGIO AL VIAJAR
El Bolsón, 29 de abril de 2006
Viajar es la escuela de la vida.
Viajar es andar con lo que uno puede cargar encima.
Viajar te enseña a arreglártelas con poco y nada.
Viajar es conocer infinitas realidades que te sacan del ombliguismo.
Viajar te hermana con tu compañero de aventura.
Viajar te hace darte cuenta que con vos o sin vos la vida de los demás sigue su curso natural.
Viajar te ubica en la góndola.
Viajar te despabila.
Viajar te hace ver desde otro ángulo, con otra perspectiva.
Viajar es mirar con mucha mas atención cada cosa.
Viajar es escuchar, todo el tiempo escuchar.
Viajar es saborear con placer comidas nuevas.
Viajar es encontrar impagables pequeñas cosas.
Viajar potencia las sensaciones todas.
Viajar es disfrutar de estar en una estación de servicio en el medio de la nada.
Viajar es hacer dedo 10 horas sin que te levante nadie, pero cuando te levantan sentirse el rey de la galaxia.
Viajar es conocer gente que viaja y siente como uno.
Viajar es llegar a una ciudad de noche en la caja de una camioneta y emocionarte por ver las luces.
Viajar te llena el alma.
Viajar es conocer nuevas estrellas.
Viajar es estar en la selva amazónica charlando con un noruego que anda con una peruana y que se te acerque una italiana a pedirte fuego para prender un jamaiquino.
Viajar es encontrarte en Lisboa con un tipo que nunca viste y vive a 2 cuadras de tu casa de San Telmo.
Viajar es romper la rutina asesina.
Viajar te pone en orbita.
Viajar es disfrutar una ducha caliente como nunca te pasó.
Viajar es escuchar música al borde de una ruta y cantar feliz.
Viajar te acerca a la lectura.
Viajar te enseña todas las materias de la escuela, pero de un modo fácil y divertido.
Viajar es crecer mucho en poco tiempo.
Viajar es irse uno y volver otro.
Viajar es la escuela de la vida.
Viajar es andar con lo que uno puede cargar encima.
Viajar te enseña a arreglártelas con poco y nada.
Viajar es conocer infinitas realidades que te sacan del ombliguismo.
Viajar te hermana con tu compañero de aventura.
Viajar te hace darte cuenta que con vos o sin vos la vida de los demás sigue su curso natural.
Viajar te ubica en la góndola.
Viajar te despabila.
Viajar te hace ver desde otro ángulo, con otra perspectiva.
Viajar es mirar con mucha mas atención cada cosa.
Viajar es escuchar, todo el tiempo escuchar.
Viajar es saborear con placer comidas nuevas.
Viajar es encontrar impagables pequeñas cosas.
Viajar potencia las sensaciones todas.
Viajar es disfrutar de estar en una estación de servicio en el medio de la nada.
Viajar es hacer dedo 10 horas sin que te levante nadie, pero cuando te levantan sentirse el rey de la galaxia.
Viajar es conocer gente que viaja y siente como uno.
Viajar es llegar a una ciudad de noche en la caja de una camioneta y emocionarte por ver las luces.
Viajar te llena el alma.
Viajar es conocer nuevas estrellas.
Viajar es estar en la selva amazónica charlando con un noruego que anda con una peruana y que se te acerque una italiana a pedirte fuego para prender un jamaiquino.
Viajar es encontrarte en Lisboa con un tipo que nunca viste y vive a 2 cuadras de tu casa de San Telmo.
Viajar es romper la rutina asesina.
Viajar te pone en orbita.
Viajar es disfrutar una ducha caliente como nunca te pasó.
Viajar es escuchar música al borde de una ruta y cantar feliz.
Viajar te acerca a la lectura.
Viajar te enseña todas las materias de la escuela, pero de un modo fácil y divertido.
Viajar es crecer mucho en poco tiempo.
Viajar es irse uno y volver otro.
OTTO TIPP, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE EL BOLSÓN
El Bolsón, 24 de Abril de 2006
Corría el año 1912. En sus trincheras al pie del Pilquitritrón, el Mayor del Ejército Prusiano, Mateo Gebhart, al frente de las temibles tropas de la Policía Fronteriza, se prepara para su campaña más importante: la invasión y destrucción de un pequeño estado independiente enclavado en los Andes Patagónicos.
En su desvencijado camastro, en una piecita al fondo de su cervecería, el flamante Presidente de la República de El Bolsón, el alemán Otto Tipp, dormía su consabida siesta tras otra de esas jornadas de 3 días de cerveza y jarana.
Días atrás, en una de esas noches dicharacheras en los fríos y largos inviernos cordilleranos, reunidos los pocos colonos de El Bolsón (en su mayoría europeos) discutían cómo sería el futuro de esta próspera y cobijadora región que los albergaba. Hasta ese momento se ignoraba a qué país pertenecía este pedazo de territorio ubérrimo, en litigio histórico entre Chile y Argentina. Ante la orfandad de una patria que los cobijara, buscaron la forma de obtener algún gobierno para tomar las decisiones acerca del futuro. No eran tantos los allí reunidos ni eran grandes sus aspiraciones: sólo saber a quién obedecer y qué reglas de convivencia habrían de observar. No es difícil imaginar que habrán querido delimitar sus posesiones en una tierra ilimitada y pródiga y poseer la certeza de su pertenencia y conocer la autoridad ante quien reclamar si surgían inconvenientes a lo largo de la obligada convivencia.
Las cervezas corrían, y las ideas volaban. Se nombró un Presidente: quien otro sino el bueno de Tipp, el izador de la bandera blanca que daba rienda suelta al ejercicio del verbo "beber", mientras desgarraba en su viejo acordeón alemán la melodía gastada del “Ich hatt' einen Kameraden”.
Ich hatt' einen Kameraden,
Einen bessren findst du nicht.
Als Sänger hielt auf's Neue,
Er stets dem Chor die Treue,
Der gute, gute Kamerad.
Yo tenía un camarada,
Otro camarada así no hay.
Cantando con voz clara y fuerte,
A coro y siempre con fe.
Mi buen, buen camarada.
Más tarde aparecieron los ministros: un criador de ovejas de la zona de Ñorquinco, el vasco Pascual Sabalza, como Ministro de Hacienda, y el primer maestro de El Bolsón, Jorge Gibelli, en Educación, entre otros.
Ese sueño secesionista y libertario duró escasos días, hasta esa exactamente esa misma tarde en que el Gobierno argentino comisionó a la temible Policía Fronteriza y al Mayor Gebhart, quien con un celo que excedió las órdenes impartidas realizó una batida hasta la zona del Río Manso. A su paso dejó pobres hombres y ancianos atados a su destino en las alambradas, golpeó sin medida a niños y jóvenes, tropelías tales como hacer a los abuelos jinetear a sus propios nietos en un galpón abandonado para arrancarles datos certeros sobre el lugar dónde se ocultaban los libertarios.
Cuando Gebhart entró en El Bolsón, no existían rastros de la República. Los locos libertarios se habían ido con la cerveza a otro lado. Su duración fue tan efímera que apenas puede registrársela en las crónicas.
Corría el año 1912. En sus trincheras al pie del Pilquitritrón, el Mayor del Ejército Prusiano, Mateo Gebhart, al frente de las temibles tropas de la Policía Fronteriza, se prepara para su campaña más importante: la invasión y destrucción de un pequeño estado independiente enclavado en los Andes Patagónicos.
En su desvencijado camastro, en una piecita al fondo de su cervecería, el flamante Presidente de la República de El Bolsón, el alemán Otto Tipp, dormía su consabida siesta tras otra de esas jornadas de 3 días de cerveza y jarana.
Días atrás, en una de esas noches dicharacheras en los fríos y largos inviernos cordilleranos, reunidos los pocos colonos de El Bolsón (en su mayoría europeos) discutían cómo sería el futuro de esta próspera y cobijadora región que los albergaba. Hasta ese momento se ignoraba a qué país pertenecía este pedazo de territorio ubérrimo, en litigio histórico entre Chile y Argentina. Ante la orfandad de una patria que los cobijara, buscaron la forma de obtener algún gobierno para tomar las decisiones acerca del futuro. No eran tantos los allí reunidos ni eran grandes sus aspiraciones: sólo saber a quién obedecer y qué reglas de convivencia habrían de observar. No es difícil imaginar que habrán querido delimitar sus posesiones en una tierra ilimitada y pródiga y poseer la certeza de su pertenencia y conocer la autoridad ante quien reclamar si surgían inconvenientes a lo largo de la obligada convivencia.
Las cervezas corrían, y las ideas volaban. Se nombró un Presidente: quien otro sino el bueno de Tipp, el izador de la bandera blanca que daba rienda suelta al ejercicio del verbo "beber", mientras desgarraba en su viejo acordeón alemán la melodía gastada del “Ich hatt' einen Kameraden”.
Ich hatt' einen Kameraden,
Einen bessren findst du nicht.
Als Sänger hielt auf's Neue,
Er stets dem Chor die Treue,
Der gute, gute Kamerad.
Yo tenía un camarada,
Otro camarada así no hay.
Cantando con voz clara y fuerte,
A coro y siempre con fe.
Mi buen, buen camarada.
Más tarde aparecieron los ministros: un criador de ovejas de la zona de Ñorquinco, el vasco Pascual Sabalza, como Ministro de Hacienda, y el primer maestro de El Bolsón, Jorge Gibelli, en Educación, entre otros.
Ese sueño secesionista y libertario duró escasos días, hasta esa exactamente esa misma tarde en que el Gobierno argentino comisionó a la temible Policía Fronteriza y al Mayor Gebhart, quien con un celo que excedió las órdenes impartidas realizó una batida hasta la zona del Río Manso. A su paso dejó pobres hombres y ancianos atados a su destino en las alambradas, golpeó sin medida a niños y jóvenes, tropelías tales como hacer a los abuelos jinetear a sus propios nietos en un galpón abandonado para arrancarles datos certeros sobre el lugar dónde se ocultaban los libertarios.
Cuando Gebhart entró en El Bolsón, no existían rastros de la República. Los locos libertarios se habían ido con la cerveza a otro lado. Su duración fue tan efímera que apenas puede registrársela en las crónicas.
BESOS ERAN LOS DE ANTES
El Bolsón, 23 de Abril de 2006
Tres meses de maremotos en la panza. Noventa y tres vueltas a la manzana. Catorce llamados abortados. Cinco Fruttifru de cereza. Tres Mielcitas rojas. Un millón de preguntas a su hermana. Todo eso fue lo que invertí para mi primer beso... el que finalmente llegó una calurosa noche de Febrero. Los pies deslizándose entre el papel picado y los pomos agonizantes de la pista... el carnaval del ’87 que siempre recordaré. Cinco lentos y medio acumulando el valor suficiente para que el mejilla-mejilla fuese mutando en el anhelado boca-boca. Y el ansiado momento comenzó a hacerse materia. Un calor inconmensurable erizando mis labios. Ejércitos de hormigas conquistando el cuerpo. Mi trémula lengua ingresando en cámara lentísima a la receptiva e inmóvil boca. Recién en ese segundo volví a escuchar la música en el ambiente y a envolverme en su adorado aroma de Mujercitas mezclado con beso eterno.
Doce años de ruta. Decenas de decenas de besos surtidos. Miles de encuentros y millones de desencuentros. Veintisiete cicatrices en el alma. Toneladas de neuronas tramitando su jubilación. Billones de noches acéfalas. Dieciséis minutos de bondi. Cinco minutos de cola. Un Hyundai. Tres botellitas de agua. Nueve fascinantes segundos fueron los que deje pasar para amotinarme en tu boca desde el momento en que te vi venir hacia mi lado y decidí que este sería (sin mas preámbulos) nuestro primer y último beso. La monótona melodía meciéndose entre los pliegues mas rebeldes del cuerpo. El perfume de tu pecho frotándose frenético con mi deseo. Lenguas desaforadas que no quieren preguntar nada. Tatuajes que ensucian mi piel. Caricias de diseño modelo ‘06. Cien metros a 100.000 Km./h. Try some, Buy some… y the New Killer Star vuelve a las veloces e inagotables pistas del éxtasis.
Tres meses de maremotos en la panza. Noventa y tres vueltas a la manzana. Catorce llamados abortados. Cinco Fruttifru de cereza. Tres Mielcitas rojas. Un millón de preguntas a su hermana. Todo eso fue lo que invertí para mi primer beso... el que finalmente llegó una calurosa noche de Febrero. Los pies deslizándose entre el papel picado y los pomos agonizantes de la pista... el carnaval del ’87 que siempre recordaré. Cinco lentos y medio acumulando el valor suficiente para que el mejilla-mejilla fuese mutando en el anhelado boca-boca. Y el ansiado momento comenzó a hacerse materia. Un calor inconmensurable erizando mis labios. Ejércitos de hormigas conquistando el cuerpo. Mi trémula lengua ingresando en cámara lentísima a la receptiva e inmóvil boca. Recién en ese segundo volví a escuchar la música en el ambiente y a envolverme en su adorado aroma de Mujercitas mezclado con beso eterno.
Doce años de ruta. Decenas de decenas de besos surtidos. Miles de encuentros y millones de desencuentros. Veintisiete cicatrices en el alma. Toneladas de neuronas tramitando su jubilación. Billones de noches acéfalas. Dieciséis minutos de bondi. Cinco minutos de cola. Un Hyundai. Tres botellitas de agua. Nueve fascinantes segundos fueron los que deje pasar para amotinarme en tu boca desde el momento en que te vi venir hacia mi lado y decidí que este sería (sin mas preámbulos) nuestro primer y último beso. La monótona melodía meciéndose entre los pliegues mas rebeldes del cuerpo. El perfume de tu pecho frotándose frenético con mi deseo. Lenguas desaforadas que no quieren preguntar nada. Tatuajes que ensucian mi piel. Caricias de diseño modelo ‘06. Cien metros a 100.000 Km./h. Try some, Buy some… y the New Killer Star vuelve a las veloces e inagotables pistas del éxtasis.
LA EMPRESA SOCIAL
El Bolsón, 11 de Abril de 2006
Mi hogar se encuentra en lo que llaman la Empresa Social. Es un galpón del servicio de Salud Mental del Hospital de Bolsón donde se realizan talleres y actividades múltiples. Se encuentra a diez cuadras del hospital en dirección hacia la ruta al Puelo. Típico barrio bolsonense de calles de tierra y de charcos en época invernal.
En ese lugar tienen un par de casitas muy pequeñas con una habitación, cocinita y baño. Nada de qué quejarse. En una vive Omar, un operador del servicio de Salud Mental que además es pastor de una iglesia evangelista de algún rubro que no recuerdo. Vive con su mujer y su hijita. Un tipo con una gran sonrisa estable que irradia buena energía.
Yo comparto la otra casita con un psicólogo que esta haciendo la residencia de Salud Mental Comunitaria en Ingeniero Jacobacci y se encuentra haciendo una rotación en Bolsón. Por estos días me hable todo el tiempo de psicología, neurosis, psicosis y cuanto tema ronde su trabajo. Es una buena convivencia donde cada uno hace lo que se le canta sin joder a nadie. Uno de los primeros días puso el despertador como dos horas antes de salir hacia el hospital y en el desayuno me dijo si no leíamos un articulito de Cornaglia… interesante… pero bastante temprano como para ejercitar el seso.
Las caminatas al amanecer hacia el hospital son gloriosas. Las primeras tres cuadras voy en dirección hacia el cerro Piltriquitrón y el naranja fosforescente del cielo me eriza los pelos. Es una postal de esas que se te graban para siempre. Disfruto mucho de caminar con el aroma de la mañana y sin apuro hacia el hospital. Pateando el rocío, silbando alguna cancioncita, disfrutando de la vidurria. Estos primeros días son raros pero mi cuerpo se va llenando de felicidad a cada segundo que pasa. Ir a la Emilia, caminar por Bolsón, admirar mis queridas montañas, haberme recibido de medico… que mejor premio que éste. Cada día me alegro más de haber decidido hacer este viaje que recién empieza… un sueño de tantos años hoy en mis manos. ¡Cuantas de las ultimas noches de mi vida soñé con esto!... ¡y ahora lo estoy viviendo!... esto es la gloria…
Mi hogar se encuentra en lo que llaman la Empresa Social. Es un galpón del servicio de Salud Mental del Hospital de Bolsón donde se realizan talleres y actividades múltiples. Se encuentra a diez cuadras del hospital en dirección hacia la ruta al Puelo. Típico barrio bolsonense de calles de tierra y de charcos en época invernal.
En ese lugar tienen un par de casitas muy pequeñas con una habitación, cocinita y baño. Nada de qué quejarse. En una vive Omar, un operador del servicio de Salud Mental que además es pastor de una iglesia evangelista de algún rubro que no recuerdo. Vive con su mujer y su hijita. Un tipo con una gran sonrisa estable que irradia buena energía.
Yo comparto la otra casita con un psicólogo que esta haciendo la residencia de Salud Mental Comunitaria en Ingeniero Jacobacci y se encuentra haciendo una rotación en Bolsón. Por estos días me hable todo el tiempo de psicología, neurosis, psicosis y cuanto tema ronde su trabajo. Es una buena convivencia donde cada uno hace lo que se le canta sin joder a nadie. Uno de los primeros días puso el despertador como dos horas antes de salir hacia el hospital y en el desayuno me dijo si no leíamos un articulito de Cornaglia… interesante… pero bastante temprano como para ejercitar el seso.
Las caminatas al amanecer hacia el hospital son gloriosas. Las primeras tres cuadras voy en dirección hacia el cerro Piltriquitrón y el naranja fosforescente del cielo me eriza los pelos. Es una postal de esas que se te graban para siempre. Disfruto mucho de caminar con el aroma de la mañana y sin apuro hacia el hospital. Pateando el rocío, silbando alguna cancioncita, disfrutando de la vidurria. Estos primeros días son raros pero mi cuerpo se va llenando de felicidad a cada segundo que pasa. Ir a la Emilia, caminar por Bolsón, admirar mis queridas montañas, haberme recibido de medico… que mejor premio que éste. Cada día me alegro más de haber decidido hacer este viaje que recién empieza… un sueño de tantos años hoy en mis manos. ¡Cuantas de las ultimas noches de mi vida soñé con esto!... ¡y ahora lo estoy viviendo!... esto es la gloria…
GÉNESIS
Buenos Aires, 3 de Abril de 2006
Un montón de brazos que me abrazan.
Una familia entera.
Desde el mas chiquito hasta el mas grandote me abrazan.
Desde el mas indefenso hasta el mas autosuficiente.
Me cargan de una cantidad de amor que podría durar años en mi corazón.
Están ahí.
Marea rubia.
Son cuatro…
Parecen millones…
¡¡Chau Doctor Javi!!
Te vamos a extrañar…
La puta madre, me voy a quebrar en cualquier momento.
No habrá durado mas de cincuenta segundos,
pero los ecos resonaran por siempre.
¡Cuánta energía puede lograr el amor compactado en tres personitas y un tipo grandote!
Un montón de brazos que me abrazan.
Una familia entera.
Desde el mas chiquito hasta el mas grandote me abrazan.
Desde el mas indefenso hasta el mas autosuficiente.
Me cargan de una cantidad de amor que podría durar años en mi corazón.
Están ahí.
Marea rubia.
Son cuatro…
Parecen millones…
¡¡Chau Doctor Javi!!
Te vamos a extrañar…
La puta madre, me voy a quebrar en cualquier momento.
No habrá durado mas de cincuenta segundos,
pero los ecos resonaran por siempre.
¡Cuánta energía puede lograr el amor compactado en tres personitas y un tipo grandote!
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Retomo mis notas de viaje para tratar de asimilar todo lo que pasó en los últimos meses.
Retomo mis notas de viaje con la intención de ordenar mis recuerdos y de darle forma a este rejunte de papeles, papelitos, servilletas, anotaciones perdidas en la memoria y cuanta información, diario o libro leí obsesivamente sobre cada lugar donde estuve.
A miles de kilómetros de la Argentina, pero con el recuerdo tan vivo en mi piel, me sumerjo en mis experiencias por el interior del país y de mi esencia una vez más.
Mi práctica médica aún no finaliza. La última posta de mi Internado Anual Rotatorio hoy me trae hasta el Hospital Gregorio Marañón, de la ciudad de Madrid para hacer Pediatría y Ginecología. Pero sin dudas, la experiencia por la Argentina profunda (Argentina cañí, dirían acá) fue única y merece ser contada.
Al llegar al aeropuerto de Barajas mis días en Argentina no dejan de ser mi único pensamiento. El recuerdo es tan vívido que me cuesta acomodarme al olor a aeropuerto de Primer Mundo.
Hace cuatro días estaba en la cocina del Hospital de Maimará, en Jujuy, compartiendo el almuerzo con la cocinera; hoy me encuentro tomando un Metro de ultima generación que me lleva hasta el centro de Madrid.
A veces, es difícil de asimilar tanta diferencia.
Es difícil franquear el abismo de ambas realidades sin sentirse un poco extraño en el cambio de clima.
Y al evocar aquellos cercanos días (mientras la mujer de los altavoces del Metro anuncia que atención estación en curva y, acto seguido, tengan cuidado de no introducir el pie entre tren y andén), no podía evitar pensar en las necesidades que vive gran parte de la gente de mi país... “parece otro mundo, otra galaxia”.
Por desgracia es el mismo mundo y la misma galaxia las que contienen las necesidades de los desplazados de la Argentina y de tantas partes del planeta, y a los grandes aeropuertos, los subterráneos ultima generación y empresas multinacionales y multimillonarias del mundo “desarrollado”.
Mas cómodo sería pensar que son astros diferentes y que ninguna relación astronómica tienen la miseria de muchos con la abundancia de unos pocos.
Pero lo cierto es que gran parte de los padecimientos que sufren unos, es producto de la concentración de riquezas de otros.
Es importante entender que así gira el mundo.
Difícil no sentirse mínimamente responsable en cierto punto.
Retomo mis notas en la cocina de mi querido amigo Goyo
una gris tarde en este otoño madrileño.
Retomo mis notas desde la nostalgia.
Retomo mis notas desde la alegría.
Retomo mis notas desde una angustia que se apodera de la garganta mía.
Retomo mis notas desde la felicidad plena.
Retomo mis notas desde la desolación.
Retomo mis notas desde el contrapunto, con la intención de
prender en una vela en esta oscuridad.
Retomo mis notas para tratar de darme luz para entender qué le pasa al mundo.
Retomo mis notas para intentar deducir que es lo que me está quemando por dentro.
Retomo mis notas y me sumerjo en la escritura,para alejarme un rato de la locura
de este planeta en que vivimos.
Madrid, otoño del 2006
Retomo mis notas de viaje con la intención de ordenar mis recuerdos y de darle forma a este rejunte de papeles, papelitos, servilletas, anotaciones perdidas en la memoria y cuanta información, diario o libro leí obsesivamente sobre cada lugar donde estuve.
A miles de kilómetros de la Argentina, pero con el recuerdo tan vivo en mi piel, me sumerjo en mis experiencias por el interior del país y de mi esencia una vez más.
Mi práctica médica aún no finaliza. La última posta de mi Internado Anual Rotatorio hoy me trae hasta el Hospital Gregorio Marañón, de la ciudad de Madrid para hacer Pediatría y Ginecología. Pero sin dudas, la experiencia por la Argentina profunda (Argentina cañí, dirían acá) fue única y merece ser contada.
Al llegar al aeropuerto de Barajas mis días en Argentina no dejan de ser mi único pensamiento. El recuerdo es tan vívido que me cuesta acomodarme al olor a aeropuerto de Primer Mundo.
Hace cuatro días estaba en la cocina del Hospital de Maimará, en Jujuy, compartiendo el almuerzo con la cocinera; hoy me encuentro tomando un Metro de ultima generación que me lleva hasta el centro de Madrid.
A veces, es difícil de asimilar tanta diferencia.
Es difícil franquear el abismo de ambas realidades sin sentirse un poco extraño en el cambio de clima.
Y al evocar aquellos cercanos días (mientras la mujer de los altavoces del Metro anuncia que atención estación en curva y, acto seguido, tengan cuidado de no introducir el pie entre tren y andén), no podía evitar pensar en las necesidades que vive gran parte de la gente de mi país... “parece otro mundo, otra galaxia”.
Por desgracia es el mismo mundo y la misma galaxia las que contienen las necesidades de los desplazados de la Argentina y de tantas partes del planeta, y a los grandes aeropuertos, los subterráneos ultima generación y empresas multinacionales y multimillonarias del mundo “desarrollado”.
Mas cómodo sería pensar que son astros diferentes y que ninguna relación astronómica tienen la miseria de muchos con la abundancia de unos pocos.
Pero lo cierto es que gran parte de los padecimientos que sufren unos, es producto de la concentración de riquezas de otros.
Es importante entender que así gira el mundo.
Difícil no sentirse mínimamente responsable en cierto punto.
Retomo mis notas en la cocina de mi querido amigo Goyo
una gris tarde en este otoño madrileño.
Retomo mis notas desde la nostalgia.
Retomo mis notas desde la alegría.
Retomo mis notas desde una angustia que se apodera de la garganta mía.
Retomo mis notas desde la felicidad plena.
Retomo mis notas desde la desolación.
Retomo mis notas desde el contrapunto, con la intención de
prender en una vela en esta oscuridad.
Retomo mis notas para tratar de darme luz para entender qué le pasa al mundo.
Retomo mis notas para intentar deducir que es lo que me está quemando por dentro.
Retomo mis notas y me sumerjo en la escritura,para alejarme un rato de la locura
de este planeta en que vivimos.
Madrid, otoño del 2006
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