“Final de Gira – un catecismo de viaje por los confines de la evocación” es el relato desgarrado de un médico novel que, a través de una travesía por cuatro rincones del país –El Bolsón, San Luis, Chaco y Jujuy- va construyendo con la frase y con la rima –manifiesto y contrapunto- una conciencia, una identidad, una fantasía.

16.9.07

EL PATRIOTA

Villa Mercedes, 18 de mayo de 2006



Durante la segunda mitad del siglo XIX, Villa Mercedes era frecuentemente asolada por los salvajes y merodeaban los malones, con su natural cortejo de matanzas e incendios, robos y cautiverios.
Los indios no siempre estaban solos. Contaban muchas veces con la alianza y dirección de "cristianos", montoneros y gauchos alzados que se guarecían en "tierra adentro", sea para refugiarse de persecuciones políticas o por natural propensión a la aventura y al vandalismo.
El 21 de enero de 1864, encabezados por el montonero Juan Gregorio Pueblas, apodado "el Potrillo", y el cacique ranquel Mariano Rosas, numerosos montoneros y 1.200 indios atacaron Villa Mercedes, que fue defendida por las escasas fuerzas del Regimiento 4 de Caballería, comandado por el Coronel Iseas.
El casco principal del pueblo había sido atrincherado con una fuerte empalizada, defendida por los vecinos, muchos de ellos, extranjeros, que tenían la consigna de concentrarse en ese reducto al primer ataque de alarma. Entre esos vecinos figuraba don Santiago Betbeder, nacido en Villenave (Francia) en 1823, que después de haber actuado en la Guerra de Crimea, se había radicado en el país, fundando una honorable y conocida familia.
Betbeder, vecino de la ciudad, y armado con su escopeta, una de las pocas armas de fuego que tenían los defensores, corrió a la trinchera. Los asaltantes se habían distribuidos en tres columnas. Una de ellas, encabezada por el famoso montonero Pueblas que blandía una larga lanza se dirigía por el centro de la población llegando hasta el punto donde Betbeder y sus compañeros estaban aprestados a una heroica resistencia.
El famoso montonero advirtió la presencia de Betbeder y lo amenazó:

- No vas a tirar, gringo!; no vas a tirar gringo!".

Pero el gringo tiró nomás, no sin haber hecho cuidadosa puntería en la cabeza del gaucho, que quedó mortalmente destrozada por el primer disparo. Fue un tiro de provecho. Pueblas, abrazado al cuello de su caballo apenas alcanzó a alejarse pocos metros, para rodar exánime.
Caído Pueblas, Betbeder y sus compañeros hicieron otros disparos hasta que la horda, privada de su jefe, remolineó sin dirección y en confuso tropel, huyendo poco después al desierto.
El escarmiento fue ejemplar. Ni los indios ni los gauchos atacaron después la población de Mercedes, flamante exponente del progreso y atalaya de civilización en una de las regiones más asoladas por las depredaciones del indio.
Dos calles contiguas de Mercedes llevan hoy el nombre de Iseas / Betbeder, perpetuando la memoria de esos esforzados defensores del orden.



Villa Mercedes, 19 de mayo de 2006

Estoy de guardia con Silvana y nos llaman porque hay un chico tirado en la vía publica convulsionando.
Vamos con la ambulancia.
El pibe es conocido por la médica y el ambulanciero.
Este es un choborra que tiene como 7 hermanos y como no quiere caminar hasta la casa el vago, se hace que tiene convulsiones para que pidan la ambulancia y lo llevemos, me dice el chofer.
El pibe tiene labio leporino, jogging roto y desvencijado y el aliento etílico se apodera de la escena.
Lo subimos.
El ambulanciero putea.
Llegamos a la casa y lo bajamos.
La familia de este muchacho vive en un rancho muy precario cerca de un club de rugby.
Con el sonido de la sirena emergen todos sus hermanos del rancho.
La imagen es muy impresionante.
Todos los hermanos tienen labio leporino.
Hay de ambos sexos y de todas las edades.

Todos leporinos.

Me cuesta entender lo que dicen.
El rancho es de adobe y tienen un tacho grande con una mulita viva adentro.
De regreso al hospital no puedo evitar pensarlo... “Hoteles & Resortes Los Leporinos”.

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